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Una dosis de realidad

Avatar del Catrina Tala

Hacer cambios, generar oportunidades, escuchar y ejecutar es lo urgente

Que nos tengan tan sorprendidos los resultados de las últimas elecciones habla de nuestra nula capacidad para ver la realidad, de nuestra abstracción de lo que pasa en las calles y nuestro falso mundo afincado en la burbuja de las redes sociales.

¿Por qué pensar que todos los favoritos de las redes, de las encuestadoras o de los periodistas eran justamente los que preferíamos nosotros?

Es triste que pensemos que la gente es estúpida, y aún más penoso es que lo usemos como bandera para separarnos del otro. A veces, las voces más discordantes, esas que nos molestan, las que nos dicen “estás equivocado” o las que nos repiten las necesidades diarias son las más útiles y no necesariamente las que están en contra.

Ese deseo soberbio de querer siempre tener la razón, o de pensar que siempre se está en lo correcto es lo que nos puede llevar al abismo. El ego, esa palabra que -aunque nadie lo acepta- nos gobierna y nos enloquece, nos lleva a convencernos de que lo que propongo es lo único bueno, lo que digo es la única verdad. Tenemos tantos ejemplos en la historia y aún no podemos aprenderlo.

En ningún país tan polarizado, tan desatendido, tan desconectado con la gente de a pie, se logra una victoria arrasadora, absoluta y unánime. ¿Cómo un pueblo secuestrado por la inseguridad puede confiar en las autoridades de turno? ¿Cómo ciudadanos sin acceso a las medicinas pueden estar conformes con el sistema de salud? ¿Cómo los jóvenes pueden pensar en oportunidades sin cupos para estudiar en la universidad? ¿Cómo las mujeres podemos sentirnos a salvo si somos la última preocupación de la ciudad, de la provincia y del país?

Más que sorprendernos deberíamos salir del coma. No es que el otro sea tonto o esté equivocado, es que no lo respetamos lo suficiente como para intentar entender su realidad. Hay que dejar los discursos mediocres y clasistas y asumir los errores.

Hacer cambios, generar oportunidades, escuchar y ejecutar es lo urgente. Menos macro y mucho más trabajo para las personas. Y para todos, menos miradas hacia afuera y más reflexión.