Carlos Martínez: Incertidumbre agobiante

El temor a la desdolarización no solo aqueja a los ciudadanos ecuatorianos
En una reciente conversación con un destacado empresario se abordó una situación sumamente preocupante que refleja el clima de incertidumbre económica que atraviesa el país. El empresario intentó adquirir maquinaria de un proveedor europeo por una suma considerable, una transacción que había realizado en ocasiones anteriores sin contratiempos, pues la propia fábrica le otorgaba financiamiento. No obstante, en esta oportunidad la operación no pudo concretarse debido a que el proveedor manifestó su incertidumbre respecto a la continuidad del dólar estadounidense como moneda oficial en Ecuador.
Lamentablemente, este no es un hecho aislado. En las últimas semanas, relatos similares se han vuelto cada vez más frecuentes, evidenciando el nerviosismo de inversionistas y socios comerciales ante la posibilidad de una desdolarización. La reciente alza del riesgo país tras la primera vuelta electoral es un claro indicador de la desconfianza que generan ciertas propuestas económicas y la incertidumbre política en el ámbito financiero.
El temor a la desdolarización no solo aqueja a los ciudadanos ecuatorianos, sino que también repercute en nuestras relaciones comerciales internacionales.
Aunque muchos éramos muy jóvenes durante la crisis del feriado bancario, aún persisten en la memoria colectiva los efectos devastadores de aquel episodio y la abrupta transformación que experimentó la economía del país. Por esta razón, observo con escepticismo la promoción del dinero electrónico por parte de algunos asambleístas electos. Si bien es innegable la creciente relevancia de los activos digitales, como el Bitcoin y otras criptomonedas, su alta volatilidad y los riesgos inherentes a su uso quedan en evidencia con acontecimientos recientes, como el colapso de la criptomoneda Libra impulsada por Javier Milei.
Si bien es cierto que la dolarización impone retos en términos de competitividad, también ha brindado estabilidad macroeconómica, un factor que muchas naciones de la región aún no han logrado consolidar.
En tiempos de incertidumbre, resulta imperativo preservar dicha estabilidad con responsabilidad y prudencia, evitando decisiones que puedan comprometer el futuro económico del país.