Carlos Emilio Larreátegui: Momentos oscuros de la universidad

Es triste pensar que la universidad también sea el lugar donde se desarrolla el armamento responsable de tanto sufrimiento
La Universidad de Harvard cuenta con un formidable complejo deportivo que incluye canchas de fútbol con un pasto impecable. Sin embargo, al observar con más detenimiento ese bello espacio, uno descubre que ha sido testigo de una de las iniciativas más destructivas de la historia de la humanidad. Alrededor de las canchas se encuentran placas que señalan los distintos puntos donde, durante los años cuarenta, se llevaron a cabo las primeras pruebas del napalm: la violenta e indiscriminada arma incendiaria utilizada en Vietnam, cuyo uso hoy está prohibido.
Como el napalm, muchas otras armas -especialmente las más letales- han sido desarrolladas en universidades. Este es un hecho que, con frecuencia y de forma conveniente, tendemos a olvidar. A lo largo de la historia, las universidades han desempeñado un papel clave en el aparato de defensa mundial. Lejos de ser las utopías que solemos imaginar, muchas de estas instituciones están profundamente entrelazadas con las capacidades militares de sus países.
Esta relación se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuando las universidades se convirtieron en aliadas estratégicas del esfuerzo bélico. El ejemplo más emblemático es el Proyecto Manhattan, en el que participaron instituciones como la Universidad de California en Berkeley y la de Chicago, y que culminó con la creación de la bomba atómica.
Este precedente consolidó la colaboración entre la academia y los objetivos militares de los Estados Unidos. En Rusia, la Universidad Bauman y el Instituto Físico de Moscú han cumplido un rol similar, contribuyendo al desarrollo del armamento nuclear de ese país. En Irán, la Universidad Imam Hossein juega un papel central en el avance de programas nucleares ofensivos.
Resulta triste pensar que la universidad -repositorio del saber y refugio de las ilusiones de la juventud- también sea el lugar donde se desarrolla el armamento responsable de tanto sufrimiento y muerte en el mundo.
Las universidades deben tener un norte moral y actuar en consecuencia, rehusándose a participar en iniciativas que contradicen los valores que dicen defender.