Carlos Andrés Vera: Yo, con las hijas
Cuidado con que la red criminal que lo asesinó logre confundir a la sociedad
En medio del torbellino de relatos sobre la autoría intelectual del asesinato de Fernando Villavicencio, tengo una sola certeza: entre los actores públicos que hoy hablan sobre el caso, son sus hijas, Amanda y Tamia, quienes buscan la verdad.
En los últimos meses hemos sido testigos de un fenómeno asqueroso: Javier Jordán, uno de los investigados por el magnicidio, se ha dado el lujo de acosarlas en redes sociales. Acosarlas. Amenazarlas, insultarlas, ponerse en plan de víctima. Lo ha hecho además violando una disposición judicial. Es difícil describir el nivel de podredumbre que esto representa, y vale reflexionar sobre los silencios y complicidades de distintos actores respecto a ese asedio.
La intimidación, desde el inicio, tomó forma de relato. Resulta vital recordarlo. Los distractores narrativos arrancaron horas después del asesinato, cuando una cuenta troll —impulsada desde el correísmo— difundió la versión de una banda que supuestamente se adjudicaba el crimen. Al día siguiente, Marcela Aguiñaga, entonces presidenta del correísmo, se declaraba la principal víctima del magnicidio. Luego vinieron los intentos de desacreditar a la Fiscal en todo lo relativo a Metástasis o al caso Villavicencio. Más tarde llegó el escándalo de los chats de Fernando, donde pretendieron posicionar a sus hijas como viles extorsionadoras mediáticas. Hace poco acusaron a Cristian Zurita. Después salió la infamia de que Amanda y Tamia buscan lucrar del crimen de su padre. Y más recientemente acusaron a Guillermo Lasso como autor intelectual. Todo, empujado por la misma red digital donde, aparte de trolls y bots, han figurado el mismísimo Jordán, La Posta, Rafael Correa (y su nutrido ganado) y toda clase de voceros sin el menor respeto ni escrúpulo.
Buena parte de la opinión pública ha sido testigo silencioso de esta locura. ¿Qué diablos nos pasa?
Todo este esfuerzo no solo apunta a ensuciar la investigación, sino a desacreditar la palabra de las hijas de Fernando Villavicencio. En la opinión de este servidor, eso es casi tan miserable como el asesinato. Cuidado con que la red criminal que lo asesinó logre confundir a la sociedad.
Por eso reafirmo sin titubeos: yo estoy con las hijas de Fernando. Son ellas quienes, a diferencia de muchos otros, buscan la verdad.