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Carlos Andrés Vera: El elefante y los analistas

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Todos los días, desde 2007, sin descanso, demostrado su vocación criminal y sus obsesiones, está el elefante destruyendo la habitación

Desde 2018 se escucha decir a los analistas que el elefante está muerto, que es pasado y que no es responsable de lo que hoy le ocurre al país. Sin más, uno tiene que renunciar al sentido común y actuar como si el presente no fuera resultado de acciones pasadas. Los analistas ignoran al elefante en sus diagnósticos sobre lo que hoy sucede. Hablan como si al crimen organizado se le hubiera abierto la puerta reciencito no más. Como si la famélica economía, producto de gasto y endeudamiento irresponsables, fuera un problema de anteayer. Como si la corrupción en el Estado no tuviera relación con el hecho de que la frágil institucionalidad del país fue hace rato pulverizada. Los analistas afirman, además, que el elefante dejó ordenada la habitación, cuando la verdad es que toda la evidencia demuestra que el animal destruyó la puerta, la alcancía y los muebles.

Los analistas afirman que citar al elefante, como mínimo, es ser un traumado. Insisten en que, al margen de cómo haya dejado el elefante la habitación, no cabe hablar de él porque hace rato la abandonó. ¡Que no hay elefante en la habitación dicen los analistas! Y, por lo tanto -dicen los analistas- no se debe mencionar más al elefante. Pero, si se repasa la evidencia, resulta que el elefante no solo sigue en la habitación, sino que mientras destruye el piso, las ventanas y el techo, barrita como un loco para mantener elevada la moral de su manada.

Que no hay elefante en la habitación, insisten los analistas. Pero si se trata de entorpecer el trabajo de la fiscal, perseguirla y boicotear investigaciones al crimen organizado, ahí está el elefante. Si se trata de trazar un plan de impunidad influyendo de manera criminal en la judicatura, está el elefante. Si se trata de boicotear una consulta contra el narco, pilito el elefante. Y anteayer no más (literal: anteayer), quiso pasar por debajo una serie de sapadas en el código penal para conseguir su impunidad, el elefante. 

Todos los días, desde 2007, sin descanso, demostrado su vocación criminal y sus obsesiones, está el elefante destruyendo la habitación. Los analistas no lo ven hace años y afirman que, además, el loco es uno.