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Crisis institucional

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Los gobernantes deben enfrentar el problema de la violencia con más dureza, sin fundamentalismos, con la mirada en el futuro del país, que es lo que caracteriza a los verdaderos estadistas

Una vez más, tenemos que ser reiterativos para referirnos con angustia a la grave situación que confronta el Ecuador en diferentes aspectos y que, no obstante ello, no hay la coherencia necesaria y elemental ni en los estamentos estatales, ni en las agrupaciones sociales para buscar entendimientos civilizados y democráticos a fin de encontrar las salidas más convenientes para nuestro pueblo.

Es inconcebible que frente al crimen organizado llevado a cabo por mafias internacionales vinculadas con el narcotráfico, que cada día generan más sangre y muerte en diversas ciudades del país, especialmente en Guayaquil con la práctica de homicidios que espeluznan y hablan de la baja calidad ética de sus autores, tengamos una Asamblea Nacional mediocre , que lejos de legislar, de fiscalizar, de buscar soluciones se dedique al insulto vulgar.

Que haya un Cpccs que debe desaparecer porque fue creado por el correísmo como instrumento de control político para sus afanes de perennización en el poder, entre otras funciones, y que por eso da el espectáculo deprimente de tener a su primer presidente , el cura Tuárez, en la cárcel. A su segundo presidente destituido por la Asamblea Nacional, a su tercera presidenta removida de sus funciones por los propios miembros de esta institución. Y ahora un cuarto presidente que está actuando sin la debida libertad porque la anterior presidenta dice seguir siéndolo.

Que haya un contralor general interino. Un presidente del Consejo de la Judicatura, interino. Policías de alto rango a los que la embajada de EE. UU. les canceló las visas de entrada ese país.

Hay una verdadera pérdida de la institucionalidad . Un gobierno al que en ciertos momentos da la impresión de que se le van de las manos los problemas .

Hace falta, en todos los órdenes de nuestra vida republicana, más capacidad, más decisión.

Los gobernantes deben enfrentar el problema de la violencia con más dureza, sin fundamentalismos, con la mirada en el futuro del país, que es lo que caracteriza a los verdaderos estadistas.