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El dogma del calentamiento global

Avatar del Bernardo Tobar

Así como hay voces que vaticinan el apocalipsis climático, hay otras que atribuyen el calentamiento global a los procesos y ciclos naturales

La humanidad no siempre evoluciona y la historia tiene una curiosa manera de repetirse. Nos lo recuerda la invasión rusa a Ucrania; las guerras en Yemen y Etiopía; la catástrofe humanitaria en Afganistán; la pretensión de China de reunificar territorios que se emanciparon del comunismo; el escalamiento del conflicto Israel-Palestina; la militancia islamista creciente en África, con una cruzada de aniquilación de infieles que no se veía desde el Medioevo; la servidumbre a la que tienen sometidos a los ciudadanos los gobiernos totalitarios de Cuba, Venezuela, Corea del Norte y tantos otros países. Oscurece nuevamente el orbe la sombra creada por la guerra, el fanatismo religioso, la esclavitud política, la censura estatal de la comunicación, cuestionando la eficacia del derecho internacional, los avances en derechos humanos, la vigencia de las libertades civiles, llevándolos al estado que estos temas tenían antes de la Ilustración.

Muchos de estos retrocesos se deben a decisiones de gobiernos enfermos de soberanía (casi todos), pero también hay pandemias culturales que la sociedad se ha infligido a sí misma, con apoyo político excepcional, implantando un sistema de dioses y cultos que imponen dogmáticamente restricciones a las libertades. Entre estas nuevas deidades está la naturaleza, que ha mutado de objeto de preservación al servicio del hombre a sujeto de derechos superiores, en un ejercicio de alquimia jurídica similar al que se necesitaría para encajar un cuadrado en un orificio circular. Como corolario de esta consagración cuasi-divina, el hombre dejó de ser el centro del universo y pasó a siervo del ambiente, y la especulación ocupó nuevamente el lugar de la razón y la ciencia, llevando al traste con dos de las mayores conquistas de la Ilustración. Basta dar una mirada a la corriente, generalmente aceptada sin beneficio de inventario, del calentamiento global, y a la excomunión del rebaño a los infieles que lo cuestionan. Porque así como hay voces que vaticinan el apocalipsis climático, hay otras que atribuyen el calentamiento global a los procesos y ciclos naturales (en términos cósmicos, la humanidad apenas ha ocupado la Tierra un milisegundo de su proceso de formación continua). Pero estas últimas voces son ignoradas, porque van contra el dogma, como acallaron a Galileo cuando sostuvo que la Tierra giraba alrededor del Sol.