Columnas

El ‘Smart Contract’ del nuevo pacto social

La sociedad debe organizarse en una dimensión paralela, una en la que no puedan meter mano las mafias y sus operadores políticos, en la que se pueda consultar y votar sobre reglas esenciales de convivencia...

La sociedad debe tomar el control de su destino y la tecnología se lo permite. Ningún cambio al sistema político vendrá desde la política, menos aún cuando quienes controlan las mal llamadas instituciones democráticas, desde la Asamblea, pasando por el Cpccs y los GAD de relevancia, no tienen interés alguno en el cambio de las actuales reglas del juego, de las que se sirven para todo menos para el bien común o el interés general, en tanto el Gobierno parece haber renunciado a las transformaciones estructurales. En los hechos consumados, es el interés de minorías violentas y de mafias enquistadas en el corazón de la institucionalidad lo que termina desplazando el imperio de la ley.

Los ciudadanos comunes asisten como invitados de piedra a este simulacro de república, a pesar de que pagan con su trabajo y tributos, la factura de jueces que le hacen el juego al crimen organizado, de asambleístas que bloquean leyes para el empleo o la seguridad mientras reparten amnistías a delincuentes y fraguan golpes contra la democracia, de operadores de justicia solícitos a la hora de apuntar con el dedo a los agentes del orden, pero indolentes ante los autores del asedio; la factura de las pérdidas materiales y morales del paro criminal y su secuela de extorsiones. La factura de un sistema que permite y propicia la participación electoral de cualquiera, a pesar de llevar a cuestas glosas confirmadas, imputaciones penales o grilletes.

La sociedad debe organizarse en una dimensión paralela, una en la que no puedan meter mano las mafias y sus operadores políticos, en la que se pueda consultar y votar sobre reglas esenciales de convivencia sin temor de que la expresión ciudadana sea trocada entre apagones en un centro oficial de conteo de votos, ya marcando papeletas impresas o jaqueando terminales. Esta forma de organización transparente y sin intermediarios ni árbitros políticos es posible con el modelo de las organizaciones autónomas descentralizadas (DAO, por sus siglas en inglés), que operan sobre Blockchain a través de tokens o ‘Smart Contracts’, permitiendo a cada persona verificar el contenido de su voto y otorgando al resultado la misma validación que una operación de criptoactivos. No tendrá el resultado el valor legal de un referéndum, pero sí el de una proclamación ciudadana insoslayable en el proceso de construcción del pacto social.