Bernardo Tobar: “Persona non grata”

Contra un periodista, a quien el transitorio ocupante del sillón de Olmedo ha tildado de “vocero asqueroso”
A Stalin, dictador comunista y represor pertinaz del pensamiento disidente, se le atribuye la frase “las ideas son más poderosas que las armas. No permitiríamos que nuestros enemigos tuvieran armas, ¿por qué habríamos de permitirles tener ideas?” Las formas de control estatal sobre la comunicación que practicó la Unión Soviética y aún persisten en China, Cuba, Nicaragua, Venezuela y muchos otros países han sido afinadas en sus métodos, pero los objetivos no han variado. Hoy se echa mano de instrumentos más sutiles, empaquetados y etiquetados para burlar el atrofiado sentido crítico del ciudadano masa. De esta guisa son, por ejemplo, los subsidios estatales a medios, con énfasis en los más complacientes; las normas que declaran la comunicación un servicio de interés público, ardid para introducir la censura por la puerta trasera; leyes que ponen en manos de burócratas formas de control solapadas e intimidación, hasta el favorito de los socialistas gazmoños, el delito de odio, cajón de sastre donde puede caber cualquier crítica.
A este repertorio estalinesco el cabildo guayaquileño ha añadido la inédita declaratoria de “persona non grata” contra un periodista, a quien el transitorio ocupante del sillón de Olmedo ha tildado, en un arrebato de cívico refinamiento, de “vocero asqueroso” -sin odio de por medio, ¡quién dudaría!- por haber puesto en circulación la idea siguiente: hay que empezar a ver el narcotráfico como un fenómeno que condiciona la conducta electoral. Palabras más o menos de Martín Pallares, autor del planteamiento. Si bien la calidad de ‘non grata’ no tiene efecto jurídico directo, busca acallar el tema de fondo con el ruido de un escándalo impostado. Y lo ha conseguido en cierto modo, pues la magnitud cantinflérica del pronunciamiento edilicio ha tomado prevalencia en el debate público sobre la interpelación sustantiva del periodista.
Hay extensa documentación sobre la incidencia electoral del narcotráfico en otros países como para preguntarse dónde y en qué grado ocurre en Ecuador, que lamentablemente se abrió a este derrotero con el socialismo poblano y donde los lazos de la política con el crimen organizado han sido confirmados judicialmente. Más bien el montaje farisaico del cabildo porteño para desviar la atención del contenido hacia el continente, llevado al extremo del ridículo antológico, confirma que la “persona non grata” dio en el clavo.