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Bernardo Tobar Carrión | Ajedrez

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Esperemos que el costo no sea el mismo Estado de derecho y que las omisiones y contradicciones se resuelvan

El expresidente prófugo llegó al poder en 2007 anunciando un plan que cumplió al detalle: constituyente de plenos poderes, estatismo, hiperpresidencialismo, persecución al disidente, división social, medita de mano en la justicia, guerra a muerte contra los medios, desprecio de las libertades civiles, ruptura con los mercados de capital. Porrista de la confiscación petrolera antes de ser candidato -cuenta indemnizatoria que le llegó al contribuyente-, le salía por la boca y por los poros que emularía a Chávez y le haría carantoñas a Fidel. Avalaban esta posición como cruzado de la extrema izquierda sus compañeros de campaña, dime con quién andas... Había que vivir en la Luna para no apreciar el riesgo existencial para la república, aun en su primera campaña. Ocultó, ciertamente, algunas intenciones, como la entrega del país al crimen organizado y que alcanzaría a pulso una placa de la infamia, gracias a la corrupción inédita de su gobierno. Fue un juego de tres en raya.

Lo de Noboa es indescifrable, sea para el viejo Ecuador, como el mismo advirtió en su posesión, o para el nuevo, que está por verse. Su sagacidad para mover fichas en el tablero político sin estrategia anunciada es propia de un ajedrez y por lo pronto domina el juego, como lo demuestra el control de la Asamblea y otras instituciones. Si juzgamos por las leyes recientes, habría que concluir y celebrar que está decidido a combatir al narco, mas estira los límites constitucionales con fines no necesariamente relacionados con la seguridad, pues las reformas para fortalecer la acción de la fuerza pública y de los propios ciudadanos siguen pendientes: normas generales sobre uso de la fuerza y legítima defensa, que son impracticables; prefirió indultar anticipadamente su violación, lo que en derecho es tanto como en geometría encajar un cubo en un cilindro. Por el lado del gasto, nada se ve todavía para reducirlo estructuralmente; y por el lado del crecimiento económico, sigue sin topar el freno estatista y más bien ha limitado los incentivos tributarios y creado nuevas exacciones, a contramano de su gira para promover inversiones.

Una situación de crisis extrema exige medidas extraordinarias, cruzar ciertos límites, tomar riesgos. Noboa lo está haciendo. Esperemos que el costo no sea el mismo Estado de derecho y que las omisiones y contradicciones se resuelvan. De otro modo será el Ecuador el que sufra el jaque mate.