Arturo Moscoso: Más caro el caldo que los huevos

Y es que hay formas de hacer reformas profundas sin montar toda una telenovela constituyente
El presidente Noboa ha dicho que quiere cambiar el país. Hasta ahí, todo bien. El problema es que, como muchos políticos, incluido el prófugo, ha confundido cambiar el país con cambiar de Constitución. Y claro, en un país con tantas cosas que no funcionan, la tentación de una Asamblea Constituyente es grande. Suena bonito: nuevo comienzo, nuevos poderes, nuevo texto, una ‘refundación’ en toda regla. Pero en nuestro contexto no es aconsejable.
Y no se trata de defender la Constitución de 2008. Esa joya del correísmo, creada a medida del líder, es un bodrio del que nos podríamos cansar señalando lo que no funciona. Merece irse a la basura, pero no así y no ahora.
Hay que pensar que una Constituyente implica tres elecciones, tres campañas, tres oportunidades para que la violencia, la polarización y el oportunismo hagan fiesta. ¿Y todo para qué? ¿Para arriesgarnos a que el nuevo texto sea igual de malo o peor que el actual?
Y es que hay formas de hacer reformas profundas sin montar toda una telenovela constituyente. Eliminar funciones, rediseñar instituciones, todo eso se puede hacer con mecanismos que ya existen. No hay necesidad de inventar el agua tibia ni de meter al país en un laberinto electoral en medio de una crisis de seguridad. Ya tenemos un bisturí. ¿Para qué usar una motosierra?
Y si aún con todo eso todavía se cree que es buena idea, vale recordar que ni siquiera hay garantía de que los mejores nombres lleguen a esa Asamblea.
En este país, en que no nos caracterizamos precisamente por elegir a buenos representantes, ¿vamos a rifar nuestro futuro por una idea bonita en teoría y que puede resultar desastrosa en la práctica?
Cambiar la Constitución es necesario, pero lo sabio sería hacerlo con mesura.
Nadie está diciendo que no hay que cocinar, pero sí que no hace falta ensuciar toda la casa, romper las ollas y los platos y prenderle fuego al horno solo para ver si esta vez no se quema el arroz. No es necesario que nos salga más caro el caldo que los huevos.