Andrés Isch | ‘Darasme haciendo’

Sin generación privada no puede haber políticas sostenibles
La expresión ‘darasme haciendo’ refleja mucho de la idiosincrasia del ecuatoriano. No es una orden, una exigencia o una delegación, sino un tibio pedido con el que se busca despojar la responsabilidad de quien está obligado, sin terminar de trasladarla a alguien más de forma categórica. Un ‘ojalá hagas por mí lo que yo debería hacer por mí’.
El Ecuador ha convivido con un “darasme haciendo” colectivo: cada ciclo electoral se apuesta por alguien que solucione los acuciantes problemas en los que estamos sumergidos, pero inmediatamente después nos olvidamos de que esa autoridad es un mandante; es decir, alguien que debe concretar el mandato permanente de la ciudadanía. Ese mandato debería ser una extensión de las actuaciones individuales, del compromiso de cada uno por construir una nación lo más cercana a los sueños que tenemos para nuestros hijos; por el contrario, se ha entendido la tarea como un lavado de manos en el cual al gobernante se le exige arreglar lo que el votante se empecina en dañar.
Por ejemplo, a partir de un editorial de Arturo Moscoso hubo una discusión sobre la jubilación patronal, institución caduca que perversamente incentiva despidos. Es increíble la cantidad de voces que salieron a defenderla, unos por desconocimiento y otros por un interés personal que anteponen al bienestar de la mayoría. En lugar de luchar por condiciones ideales para que las dos terceras partes del país que no tienen empleo adecuado lo consigan, o para que las empresas crezcan y generen nuevos trabajos, o para que quien quiera emprender pueda razonablemente arriesgar su capital, insisten en recitar dogmas que solo crean pobreza. Al mismo tiempo, son los primeros en exigir cobertura pública universal para cada necesidad, sin concientizar que el presupuesto público es realmente dinero privado destinado solidariamente a atender a otros. Sin generación privada no puede haber políticas sostenibles.
Este mes se ha evidenciado una mejora en indicadores de seguridad, crecimiento y empleo, pero no va a ser posible avanzar a la velocidad que necesitamos si dejamos el futuro por fuera de los esfuerzos ciudadanos. Pasar del ‘darasme haciendo’ al ‘hacemos’ es uno de los cambios culturales que con más urgencia necesitamos.