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Alfonso Albán: Menos drama y menos orgullo

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Ninguno de los dos países da señales de querer encaminar la historia por esa senda

El consenso internacional y mayoritario es evidente y sin cabida a la discusión: Ecuador violó el Convenio de Viena al ingresar sin autorización a la embajada de México en Quito y deberá asumir las consecuencias de su acción. Hasta ahí suena bastante coherente. Sin embargo, el Gobierno mexicano está transformando cada vez más este ‘impasse’ diplomático en una telenovela al puro estilo de las producidas en su país.

Solicitar a la Corte Internacional de Justicia que suspenda temporalmente a Ecuador como miembro de la Organización de las Naciones Unidas es un giro inesperado y, por demás, desproporcionado. Deja en evidencia que el cometido de México es buscar una represalia para Ecuador a como dé lugar, sin importar si en el camino se atropella el procedimiento o las competencias de cada organismo. ¿Se justifica responder a un atropello con otro? Es exactamente la misma pregunta que muchos se hicieron al ver ingresar a la fuerza a la Policía Nacional en la sede diplomática mexicana para detener a un prófugo de la justicia ecuatoriana como Jorge Glas, cobijado por el asilo del Gobierno de López Obrador.

Y como en toda telenovela, no puede faltar el ingrediente de misterio: Ecuador espió a México ¡Chan chan chan chaaaaaaan! Al menos así lo han declarado autoridades del país azteca, basándose en frases que repitió el secretario de Comunicación, Roberto Izurieta, atribuidas a funcionarios mexicanos para justificar el riesgo de fuga inminente de Glas de la embajada: “Pero todo estaba armado”, “le estamos esperando en México”, “estábamos por salir”.

¿Y las pruebas? Así como publicaron el video de la irrupción policial, ¿dónde están las pruebas de ese supuesto espionaje, más allá de unas cuantas frases sueltas?

Al igual que existe consenso internacional para rechazar la decisión del Gobierno de Daniel Noboa, también lo hay para invocar una solución sobre la base del diálogo. Ninguno de los dos países da señales de querer encaminar la historia por esa senda. En ese caso, solo queda esperar otro giro sorpresivo de esta telenovela de coproducción ecuatoriano-mexicana, que abona poco o nada a reparar la confianza perdida, y mucho a estropearla. Ya se sabe a quiénes benefició ese camino.