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El modelo grita: ¡cambio!

La educación no tendría sentido si no se plantea objetivos claros que busquen el crecimiento de la persona humana’.

Cuando jóvenes padres violentan a sus propias hijas, cuando hijos matan a sus madres, cuando vale poco la vida y se la pierde en cualquier esquina, cuando las drogas y adicciones esclavizan a tantos, es tiempo de caer en cuenta de que se vuelve urgente y vital el cambiar nuestro modelo educativo.

Los años de un trabajo puramente cognitivo dirigido a nutrir a la inteligencia que aprende, prescindiendo de la formación integral de la persona, olvidándonos de que esta es estética, ética, moral, afectiva y volitiva nos están pasando factura y cobrando caro el descuido que hemos hecho de la formación espiritual del individuo.

Claro está y los hechos lo han dejado certificado, que la pura inteligencia, como usualmente la reconocemos, no es suficiente para construir al buen hijo, al buen padre, al buen estudiante, al buen ciudadano; necesitamos fortalecer, por supuesto, primero en la familia y luego en la caja de resonancia que ha de ser la escuela, el desarrollo y crecimiento de esas otras inteligencias que van desde la emocional a la religiosa espiritual.

La educación no tendría sentido si no se plantea objetivos claros que busquen el crecimiento de la persona humana y su fortalecimiento. Entonces, cuando el crimen, la violación, el acoso y la adicción, entre otros, forman parte de la cotidianidad, es tiempo para movernos urgentemente al encuentro de un nuevo modelo educativo. El vigente ha fracasado, nos está entregando, aunque sea duro decirlo, delincuentes, malversadores, violentos, pusilánimes, a más de toda una horda de adictos apátridas y confundidos.

No podemos más hacernos de la vista gorda. Se vuelve imprescindible, urgente, el revisar los objetivos de la educación: ¿qué buscamos?, ¿qué queremos?, ¿qué necesitamos como ser humano?, ¿como persona?, y entonces sí, construir todo un andamiaje, para que, con currículo, ejes trasversales, modelos y ejemplo, y por supuesto, con docencia altamente preparada y emocionalmente equilibrada, poder enrumbar el sistema educativo ecuatoriano a mejores logros y por mejores rumbos.

¡Produzcamos el cambio ya!