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Hoy 9 de Octubre

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Hacia la ciudadanía del mundo debemos dirigirnos, sí, pero con sólidos sentimientos nacionales, con raíces firmes…’.

Ahora cuando recordamos la gesta libertaria de 1820 y la instauración en nuestro territorio de la Primera República, con Constitución, con Ejército, servicio exterior, finanzas, etc., vale la pena preguntarse: ¿cuánto civismo hemos trasladado a las nuevas generaciones?, ¿cuánto patriotismo ha sido inculcado y grabado en esos corazones?, ¿cuánto sentido de pertenencia a la patria hemos logrado despertar en párvulos, niños y adolescentes? Acaso la respuesta no resulta ser tan clara ni tan definitoria.

La globalización nos hace olvidar de lo local, la admiración por otras culturas nos hace renegar de lo autóctono y de la nuestra, la ciudadanía del mundo nos obnubila y nos desentiende de lo propio y, el egocentrismo y el hedonismo nos hacen desentendernos de lazos y compromisos.

¿Algún joven de estos tiempos estaría dispuesto a ofrendar su vida por la patria como Calderón en Pichincha? ¿O a destinar tiempo y presencia para luchar por los grandes intereses nacionales de manera total, con honestidad y entrega, o al menos podría asumir sacrificios lejos de la autocomplacencia, por el bien común y el compromiso con la sociedad?

Resulta imperativo entonces rediseñar nuestro modelo educativo para que el civismo, la historia, el sentimiento patrio y la conciencia de pertenecer a una nación florezcan, sin negar el camino a la universalización, a la inteligencia y a la ciudadanía del mundo.

Es importante incorporar a nuestro currículo ciencias humanísticas que equilibren la formación del estudiante; ya universidades de otras latitudes, incluso en posgrados muy técnicos, están dando vuelco hacia la necesidad de una integralidad formativa.

Hacia la ciudadanía del mundo debemos dirigirnos, sí, pero con sólidos sentimientos nacionales, con raíces firmes que sostengan al árbol ante las múltiples tormentas culturales y psicosociales.

Necesitamos ecuatorianos que amen a su patria, que la pongan por encima de todos sus intereses, que sean capaces de renunciar al Yo egoísta, por el bien común, capaces de respetar principios y valores y de amar al Ecuador.

Necesitamos educar ecuatorianos.