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¿Qué hay de nuevo?

Avatar del Abelardo García

'El profesor de hoy ha de procurar, a partir del sentido común y el cariño, escuchar, atender, conversar con su alumno’.

Sí, esa fue la pregunta que al paso le formulé a un colega hace ya algunos días, y sorprendentemente contestó: “todo” y agregó: “hoy estoy feliz, “voy a conversar con un alumno al que le pedí viniera al colegio, pues me había dicho que por las circunstancias de la teleeducación pasaba muy solo en casa y no encontraba motivos para ser feliz”.

Había venido aceptando el reto, y la oportunidad se presentaba propicia para animar al joven de 17 años a que cambiara su actitud, a que viese el vaso antes que medio vacío, medio lleno, y pudiese seguir adelante mirando la vida y el mundo con más optimismo. Y el profesor iba dispuesto a conseguirlo, a lograrlo; se despidió diciendo: “hoy importan más que la materia, los alumnos”. Y aquello es cierto.

El profesor en este tiempo tiene que saber motivar y entusiasmar, tiene que animar volcándose con dedicación para que aquellos que estén lejos se sientan también siempre atendidos y escuchados. El profesor de hoy ha de procurar, a partir del sentido común y el cariño, escuchar, atender, conversar con su alumno para ser un apoyo, un guía, un positivo referente. Hoy como nunca, sin serlo, ha de trabajar a la distancia como psicólogo, pues aunque parezca mentira, más apoyo necesitan aquellos que están lejos, allá en casa, que los presentes en el aula.

Los psicólogos integrantes de los DECE, Departamento de Consejería Estudiantil, hoy tienen casos más delicados y difíciles en aquellos estudiantes que por aislamiento y soledad se debaten entre la tristeza y la depresión, ensimismados y volcados totalmente hacia dentro, sin voluntad ni ganas para sobreponerse.

Debemos pues, estimados colegas, reafirmarnos en aquello que nos hace ser educadores, es decir, la alegría, la fe, la pasión y el entusiasmo de educar. Pongamos corazón e inteligencia, afectos y emociones a flor de piel; olvidemos la frialdad de la ciencia y vivamos el calor del artista para poder, como nunca, contestar acertadamente “que estamos bien” cuando alguien al paso y de repente nos pregunte, ¿qué hay de nuevo?