Abelardo García Calderón | ¿Por qué no se nota?
La educación particular está siendo fuertemente golpeada en su posibilidad de existir, desarrollarse y progresar
Recibir buenas noticias, a todos nos gusta. Conocer del mejoramiento y crecimiento del país llena de expectativas, más aún cuando se habla de una mayor exportación de nuestros productos, mejor aceptación de estos y mejores precios.
Se dice que crecemos, que las ventas son mayores, incluso superiores a las remesas, lo que se aplaude.
Sin embargo, nos gustaría que entendidos en la materia nos expliquen por qué esa bonanza no llega al sector educativo particular, que ve cómo se pierden alumnos debido a la dificultad de pago por parte de las familias, mientras muchas instituciones se ven obligadas a cerrar, agobiadas por el peso de carteras vencidas por la obligada imposibilidad de cobro y deserción estudiantil.
Y es que la educación particular está siendo fuertemente golpeada en su posibilidad de existir, desarrollarse y progresar.
Al mantenerse exclusivamente por la recaudación de sus mensualidades, y al tener atadas las manos para cualquier presión de cobro, pierde capacidad de subsistencia y soporte económico, que es lo que la sostiene.
Si a ese mundo ya complejo se le suma la pérdida de estudiantes, ya sea por el desempleo de los padres, la migración o por la coacción a familias a través de la inseguridad, la situación se vuelve crítica.
Conocedores de la realidad de las escuelas de Sierra, nos hablan de que al menos doscientos mil estudiantes han dejado de educarse, y de estos, al menos veinticinco mil pertenecerían a la educación particular.
Ya sea por falta de dinero, de ética o quemeimportismo, las familias no cumplen sus obligaciones libremente adquiridas, no honran contratos ni convenios, dejando al sector en una debilidad que preocupa y que debería analizarse por todos los agravantes que tiene, pues esa fuga no solo perjudica a la escuela de la que salen, produciendo bajas en su presupuesto, sino también al sector público, que no tiene cómo ni dónde recibirlos.
Hagamos algo para que la bonanza se note, pues el derecho de elegir de los padres ha de garantizarse.