Alegrémonos, porque Jesús va a nacer para nosotros.
Vendrá humilde, pobre y desvalido.
Sin embargo, en esta noche brillará en nuestro cielo la estrella más hermosa que anuncia la alegría de tantas manos juntas: “que Dios nos ha nacido”.
Al Niño Jesús le podemos decir: contra tantos mandatos de odio, Tú nos traes el amor.
Frente a tanta mentira, Tú eres la verdad.
Entre tantas noticias de muerte, Tú tienes la palabra que da vida.
Bajo tanta promesa fingida y sobre tanta esperanza frustrada, solo Tú, pequeño niño, tienes la última palabra.
Y si vienes por nosotros tendremos pan en nuestra mesa y alimento en nuestra alma.
Jesús viene en el llanto del hombre, viene en la risa de un niño, viene a través del hermano y no lo hemos reconocido.
Viene en la nieve y el viento, se quedó en la Eucaristía, nos habla con su Palabra (la Biblia) y nos pasa inadvertido.
Es decir que debemos reflexionar en que: “Cuando Dios humanado vino a la tierra el mundo no se enteró”.
Hoy viene todos los días y… ¿acaso me entero yo?
Martha Reclat de Ortiz