Un ridículo colosal

Un político puede hacer de todo, menos el ridículo, advertía Tarradellas. Y menos, añadamos, en vísperas de elecciones. Tras presumir, para gobernar, de haber construido un imperio económico, se acaba de destapar que Trump, a pesar de la millonaria ayuda de su padre, está lleno de deudas y que quien prometió rehacer una Gran América le ha robado, por el contrario, incluso sus impuestos.

Más aún: hasta en un tema de vida o muerte, un Trump que ayer mismo insultaba a su adversario político como “cobarde” por usar una mascarilla, acaba de contraer la pandemia que menospreciaba y para la que tenía la desvergüenza de recomendar dañinos remedios.

Su increíble suerte, que le permitió engañar tanto y tanto tiempo a tantos, le ha abandonado bruscamente en varios frentes decisivos y cuando más la necesitaba, cansada sin duda de que no haya aprovechado su apoyo para consolidar su cargo. 

Emilia Novas Sole