Sublime misión la del médico

El ser humano tan frágil ante la enfermedad, el temor de morir o sufrir dolor...

Cuando la mano del profesional de la salud toca a un ser humano, toca también su alma. ¡Qué responsabilidad! ¡Qué hermosa tarea! Que nunca les falte una mirada que acoja, una palabra que consuele, una mano que alivie… Vivan su profesión desde el corazón, con la conciencia clara de que lo que está en sus manos es de infinito valor. Una profesión sacrificada, pero gratificante. Cuidar la vida, que le pertenece solo a Dios. ¡Qué misión tan sublime!

El ser humano tan frágil ante la enfermedad, el temor de morir o sufrir dolor, se entrega en manos de quien confía que lo curará y acompañará; de alguien capaz de reconocer en él su dignidad hasta el final de su vida.

Yolanda Salazar de Monteverde