En saco roto
Así que habiendo dinero en exceso y poder para hacerlo se pudo comprar un mundial, aunque la chicha resultó amarga y tocó bailar con la más fea.
Dice la razón popular: “la avaricia rompe el saco”, mientras Albert Guinon afirma: “El avaro experimenta a la vez todas las preocupaciones del rico y todas las penalidades del pobre”. Un comentario hace referencia al abandono masivo de las aposentadurías del escenario donde se cumplía el cotejo inaugural del Mundial de Fútbol. Para los menos perceptivos lo importante es que nuestro país nos regaló la alegre nota de ser el primero en derrotar al dueño de casa en ese tipo de competencia. La emoción y el fanatismo no nos permitirán analizar aspectos que recuerdan una frase que fue común hace algún tiempo: “al pueblo dale chicha y baile, así no le des comida ni trabajo”. El pueblo catarí está sometido a una serie de restricciones a la libertad de expresión y a los movimientos por la igualdad. Desde 2014 disposiciones del código penal catarí permiten imponer como sanciones penales la flagelación y la lapidación; se mantiene la pena de muerte -aunque poco frecuente- sobre todo por amenazas contra la seguridad nacional, como el terrorismo. Los actos homosexuales son ilegales y pueden ser castigados con muerte. La familia gobernante, Al Thani, ostenta el poder absoluto desde la independencia del país en 1971. El emir, jefe de Estado, dirige el país con apoyo de su familia. Diría Erich Fromm: “la avaricia es como un pozo sin fondo”. Así que habiendo dinero en exceso y poder para hacerlo se pudo comprar un mundial, aunque la chicha resultó amarga y tocó bailar con la más fea.
Ricardo López G.