Para resolver la histórica ola de violencia social hay que mirar más al fondo

El Municipio de Guayaquil, Gobierno nacional y la ciudadanía tienen que asumir el reto. 

Las trágicas muertes de víctimas colaterales de crímenes derivados de sicariato nos demuestran que en Guayaquil es posible morir estando en el lugar y el momento equivocado, en cualquier sector de la ciudad. Deberían llevarnos a reflexionar sobre los modelos culturales y las normas sociales que siguen permitiendo estos patrones de violencia social y criminalidad. Si Guayaquil quiere resolver la histórica ola de violencia y criminalidad actual tiene que mirar más al fondo. Autoridades locales y nacionales deben tener claro que la transformación de la ciudad no puede limitarse a la estética urbana; hay que mirar a los modelos mentales. Y el cambio no puede concentrarse solo en una política represiva, de golpes contundentes a organizaciones criminales, necesarios e importantes, sino también en promover una cultura de legalidad, que es una cultura de oportunidades y de derechos humanos. Se debe promover prácticas de vida y de ciudadanía activa y responsable para vencer a las organizaciones violentas y criminales. Este cambio no puede ser solo responsabilidad del Gobierno nacional. Guayaquil pide a gritos que sus hijos se junten y con grandeza formen un solo equipo para recuperarla. El Municipio de Guayaquil, Gobierno nacional y la ciudadanía tienen que asumir el reto. Las víctimas colaterales nos recuerdan que se necesita un nuevo pacto para la ciudad entre empresa privada, academia, medios de comunicación y sectores sociales, para juntos enfrentar los graves problemas que tenemos de inseguridad, criminalidad y narcotráfico.

Ec. Mario Vargas Ochoa