Reivindicar la canción Patria, tierra sagrada

Es un tema de gran contenido cívico-patriótico, al punto de haber sido considerada la segunda melodía en importancia luego del Himno Nacional.

Patria, tierra sagrada, cuya letra y música son de Manuel María Sánchez (Quito 1879- 1935) y de Sixto María Durán Cárdenas ( Quito 1875-1947) fue desde sus inicios y sigue siendo una canción de gran contenido cívico-patriótico que se entonaba en muchos actos oficiales y de recordación histórica, al punto de haber sido considerada la segunda melodía en importancia luego del Himno Nacional

Las reformas de los planes de estudios, con el devenir del tiempo extinguieron la enseñanza de cívica y patriotismo, sin darse cuenta que se lograba de manera paulatina la extinción del civismo y amor a la patria en la niñez y juventud. 

Quien ejerció el poder en Ecuador durante la década pasada (2007-2017) convirtió a esta canción en una melodía adaptada a su programa de acción ideológica-política, con la cual promocionaba los supuestos “logros” de su gobierno y de la “revolución ciudadana”, creyendo equivocadamente sus partidarios y simpatizantes, dado el total desconocimiento de la historia e imbuidos de una dosis excesiva de fanatismo parafernálico, que la melodía cívico-patriótica de la referencia era de la autoría del personaje político a favor del cual militaban. Se aplicó la misma dosis de distorsión histórica, similar a lo que sucedió con la figura del Gral. Eloy Alfaro Delgado

Por ello, en los tiempos actuales ha sido sepultada en el más absoluto olvido; ya que de manera absurda se cree que al entonarla se hace referencia al personaje que gobernó en la década pasada. Es hora de que los medios de prensa, comunicación social, autoridades educativas y maestros asuman el reto de reivindicar en toda su magnitud histórica la canción Patria, tierra sagrada, con el fin de lograr que nuestra niñez y juventud, sepa que es un himno de exaltación cívico-patriótica, más no una melodía que sirva para promocionar una ideología totalitaria-caduca y peor aún al personaje que decía representarla.

Dr. Alberto Lucero Avilés