Reflexiones académicas en dos años de clases virtuales

Ya son dos años desde que la pandemia nos obligó a cambiar el entorno académico, pero los golpes de la vida ayudan a descubrir nuestro nivel de resiliencia. A los docentes nos tocó estrenar el aula virtual, dejando atrás métodos tradicionales para escribir la nueva didáctica digital. Padres de familia angustiados por mantener el trabajo y proveer a la familia. Estudiantes aislados y sin comprender totalmente la realidad, su mundo se reducía a una pantalla. Analicemos las lecciones. Lo positivo: mayor seguridad al permanecer en los hogares; compartir en familia más tiempo; reducir gasto en útiles escolares y transporte; la autonomía de los estudiantes genera más responsabilidad (dependiendo de los valores en casa); padres más involucrados en los estudios de sus hijos; fortalecimiento de competencias digitales; las clases se dictan y reciben desde cualquier lugar. Lo negativo: se pierde contacto humano docente-estudiante; escasez de equipos informáticos e internet; distractores en casa dificultan las clases virtuales; poca atención directa a estudiantes con necesidades educativas especiales; estrés y ansiedad; fatiga visual por ver mucho tiempo la pantalla; la evaluación virtual no es 100 % fiable en algunos casos; no se cubre todo el programa de estudios; estudiantes teniendo computador no se conectan o no responden en clases. Esta disrupción permitió abrir un nuevo horizonte con la ayuda de las TIC; las herramientas tecnológicas, per se, no remplazan al docente. Él emplea estos recursos y reinventa el arte de enseñar, modifica estrategias y se adapta al nuevo entorno, manteniendo intacto el reto de la educación: formar nuevas generaciones con competencias que le permitan afrontar los desafíos de la vida.

Julio César

Navas Pazmiño