¿Realmente la amó?

La vejez es sinónimo de experiencia y sabiduría; cuando el atolondramiento de la juventud pasa a la reflexión madura, cuando el egoísmo da paso al bien común. Pero eso parece que no ocurre con quien funge de líder político de un partido, con una vida política llena de altibajos pero exitosa, con gestiones muy reconocidas e irrefutables, pero que en el crepúsculo de su vida, porque no somos eternos, se une con quienes lo único que buscan es hacer del país un feudo, una hacienda colonial, una cantera de explotación...

Nunca llegó ni llegará a la presidencia; se rodeó de avivatos aduladores; le está fallando su delfín, quien lo reemplazó; se resiente porque desprecian a su candidato a la presidencia de la Asamblea (sobre quien se sospecha asuntos de los seguros y reaseguros).

Y ahora, en vez de demostrar sabiduría, amor por la patria, por esta tierra que también lo amó, sencillamente cede al resentimiento, a la soberbia y prefiere que esta tierra sea arrasada antes que “dejarse ver la cara”.

Quizá realmente nunca amó a esta patria, si es que recordamos la historia bíblica de cuando la madre impostora prefería que partan al hijo en dos, antes que la verdadera se lo lleve. Porque sus acciones, sus directrices a los asambleístas llevarán a eso: a partir a la patria en dos.

David Ernesto Ricaurte Vélez