Los pies de barro

Se acercan nuevas elecciones, necesitamos líderes políticos y personas que no tengan matices de corrupción ni pies de barro.

Se cree que esta expresión pertenece al profeta Daniel ante un sueño que tuvo Nabucodonosor. En la visión aparecía una monumental estatua cuya cabeza era de oro; el torso, de plata; las caderas, de bronce; las piernas, de hierro; pero los pies, siendo de barro cocido, por su fragilidad y vulnerabilidad no resistieron el impacto de una piedra chocada contra ellos.

Desde muy antiguo se forjaron imágenes de sujetos que alcanzaban notoriedad, con características casi siempre artificiosas: ser impolutos, dignos de aprecio y, sobre todo, ser imitados.

De pequeños no lográbamos entender que los relatos familiares, los cuentos y las fábulas de antaño contenían muy poco de realidad.

Los pueblos seguirán necesitando de ejemplos con figuras humanas que sirvan de modelo para lo que desean en su sociedad. Aunque parece que en nuestro tiempo, las divinidades que inspiraron valores o antivalores en la antigüedad han perdido vigencia. Sin duda, la perfección es exclusiva de los imaginarios dioses.

Posteriormente, con el desarrollo tecnológico, se fueron imponiendo en muchas ingenuas mentes, con escasa capacidad de análisis, aquello que ofrecían e imponían de forma subliminal los distintos medios: la televisión, los cómics, los videojuegos, el WhatsApp, etc., que penosamente han desplazado a los libros y la investigación.

Merced a muchos investigadores, figuras ausentes o presentes, en especial políticas, están siendo minadas en sus extremidades y pronto sus cabezas rodarán por fangosos pisos.

Se acercan nuevas elecciones, necesitamos líderes políticos y personas que no tengan matices de corrupción ni pies de barro.

Dr. Ricardo López González