Ni perdón, ni olvido
No permitamos que estos facinerosos echen por la borda todo el esfuerzo y trabajo de muchas generaciones
Causa excesivo desasosiego la aberrante realidad que se vive en nuestro país y que la política en manos de impresentables se haya degenerado al extremo de fomentar, con sus desafueros, la delincuencia más sanguinaria y mortífera de la historia reciente. Cómo llegó a ser posible que en la Asamblea se engendren todos los males que envenenan, desde hace más o menos dos décadas, la convivencia nacional, con la confabulación de una mayoría que, obnubilada y entontecida por el efímero poder y el abultado dinero que nunca antes había visto, ignore deliberadamente estar al descubierto ante el escrutinio público, que la repudia por su cinismo e irracional proceder al traicionar y menospreciar el derecho que corresponde a todos los ecuatorianos a vivir en paz y libertad, trabajando para lograr un futuro mejor. No permitamos que estos facinerosos echen por la borda todo el esfuerzo y trabajo de muchas generaciones que hemos bregado intensamente para construir y preservar este hermoso Ecuador, heredad inalienable de nuestros antepasados, a la cual defenderemos por todos los medios del embate de los traidores que pretenden terminar de entregarlo en manos de la delincuencia organizada y del narcoterrorismo, condenando el presente y porvenir de toda la comunidad ecuatoriana. Demostremos públicamente en calles y plazas el repudio a estos delincuentes y colguemos simbólicamente en su pecho un cartel que los declare para siempre personas no gratas, por traición a la patria.
Leonardo Cueva Piedra