El paraíso cubano

“Tan alta vida espero, que muero porque no muero”, se quejaba santa Teresa, que ya de pequeña quería ser mártir yendo a tierra de infieles. Los hombres, privilegiados, podían enrolarse en Cruzadas para ir al cielo, por lo que estas han abundado en España hasta ayer. En el islam de guerras santas prosperó una secta, los “asesinos” (hoy terroristas) que iban a morir matando para alcanzar el paraíso de Alá.

Al paraíso cubano, hoy que la fe es más débil, algunos temen perder la fe yendo, como el presidente de una amistad hispano-cubana, que decía lamentar poder ir por temer… los viajes en avión, aunque a cada rato iba a Nueva York. Otros, excepto una amiga que llevé con esa mala intención allí, son tan fanáticos que van y vuelven con su fe intacta, como Carrillo tras vacacionar en Rumanía. Incluso ahora mismo, 15 de noviembre de 2021, hay personas que un día consideré sensatas, que defienden a muerte y rompen conmigo por su fe en un paraíso que fusila fríamente a quien quiere huir, lo que por fin hizo despertar de sus sueños paradisíacos, como a mí hace décadas, a un Saramago.

Martín Sagrera Capdevila