Nadie salva a la tiranía castrista

Los cubanos que no sabemos del cansancio y que después de seis décadas de traiciones e indiferencia nos mantenemos firmes en nuestro propósito de liberar a Cuba tenemos ahora una oportunidad única. La oportunidad de liberarla con nuestro esfuerzo, sin pedir permiso ni deber favores que limiten el ejercicio pleno de nuestra soberanía nacional. Los hijos de Martí tenemos ahora la obligación de escuchar y aplicar su prédica en cuanto a que: “La patria es agonía y deber.” Si lo hacemos y seguimos su ejemplo lograremos el bien preciado de la libertad.

Una libertad que, para perdurar, tendrá que ser el producto do nuestro esfuerzo. Porque los pueblos que reciben la libertad de regalo son como esos ricos que han llegado a la opulencia por lotería o por herencia. Casi siempre dilapidan sus bienes porque carecen de la capacidad para administrarlos o del apego que nace de haberlos logrado con su trabajo.

Y a aquellos que lamentan la soledad de nuestra lucha les decimos que a la tiranía castrista ya no la salvan ni Biden ni el médico chino. Que bendita sea esta soledad que nos hará más conscientes de nuestras energías como pueblo. Bendita sea esta soledad que, al demandarnos mayores sacrificios, nos hará más maduros para administrar la república nacionalista y democrática de mañana.

Alfredo Cepero