¡A ti, joven maestro!

A pesar de lo anterior, o precisamente por ello, hoy quiero apostarle a la utopía. ¡Cómo la necesita la hora presente!

Un adolescente sin lectura es un pájaro con alas recortadas. La nuestra es una sociedad que promueve y avala una educación domesticadora, que en vez de despertar, adormece; que en lugar de diversificar, uniforma. Que no estimula el interés por el conocimiento ni el amor por la vida intelectual; solo así puede manipular al niño, luego al joven y finalmente al adulto hacia el aburrimiento o la barbarie, la indiferencia o la insensibilidad. Las personas de pensamiento libre, crítico y creativo no son buenos súbditos, ni dóciles en la producción ni en el consumo.

A medida que trabajo más a fondo con adolescentes, más me convenzo de que en cada uno de ellos hay un poeta en potencia. Pero así mismo me inquieta más que esas manifestaciones poéticas, que esas posibilidades de asombro lúdico, no solo se atrofien, sino que se borren irremediablemente con el paso de los años.

A pesar de lo anterior, o precisamente por ello, hoy quiero apostarle a la utopía. ¡Cómo la necesita la hora presente!

Y pienso que sin una mejora y diversidad de libros de textos en la escuela, sin una variedad de libros de información en las bibliotecas, y de manera primordial, sin una amplia gama de literatura para adolescentes que los nutra de imaginación, tolerancia, universalidad y humanismo, es difícil que puedan volar a construir un mundo mejor, justo, democrático, es decir auténticamente libre.

Carlos Flor Vásquez