Tras las fiestas de Guayaquil

En fin, es lamentable que no podamos salir en general de esa herencia maligna dejada por un expresidente que duró 10 años en su labor de quitarnos la tranquilidad y la paz

Terminaron las fiestas de Guayaquil y podríamos decir que sin pena ni gloria, ya que para muchos guayaquileños pasaron desapercibidas por diferentes circunstancias que todos conocemos, entre ellas la actual pandemia que tiene asustados relativamente a todos los ecuatorianos y al mundo en general, lo cual está empeorando con las falsas elucubraciones de algunos medios a favor y en contra, lo que desconcierta muchas veces a los no entendidos en medicinas o enfermedades en general.

Por otra parte, seguimos en el mismo problema adquirido en gobiernos anteriores y recogido por el actual, teniendo en las cárceles evadidos a algunos personajes que han ocupado altos cargos en el gobierno y que no han sabido proceder de acuerdo a lo que las leyes y la decencia dictan para ciudadanos previamente seleccionados para dichos cargos por su supuesta honestidad.

Tenemos el problemas de las drogas y lo más fuerte, el de las cárceles, que son verdaderos hoteles de lujo para algunos escogidos, y el infierno para otros que no tienen ningún respaldo exterior y que sus condenas los obligan a estar por muchos años encerrados, por atentados en contra de la vida de otras personas o por apoderarse de bienes de otros propietarios, siendo sus preferidos los teléfonos celulares.

No entendemos por qué no se ataca al mal que es el que los compra y que entendemos que son muy conocidos por los que desean obtener dinero rápido con la venta de esas clases de teléfonos.

En fin, es lamentable que no podamos salir en general de esa herencia maligna dejada por un expresidente que duró 10 años en su labor de quitarnos la tranquilidad y la paz, llevando a este país a vivir intranquilo y sin tener una proa fija para dirigir nuestro barco hacia un horizonte de paz y tranquilidad.

Ing. Édgar Diminich M.