Esperanza en tiempos de COVID

Mis días transcurrían en una habitación; permanecí aislada 25 días con la esperanza que todo terminara pronto. Los síntomas de COVID-19 que tuve: fiebre, malestar, dolor de garganta, tos; me molestaban menos que las noticias negativas. Sentí miedo, angustia, tristeza. Sobre todo al recibir noticias de pérdidas de personas que amaba. Llegué a pensar que también podría pasarme y me cuestionaba haber perdido tanto tiempo en cosas efímeras; que pude haber disfrutado tiempo de calidad con mi familia y amigos. Me atrevo a afirmar que cada individuo ha tenido una dura batalla que librar desde su “trinchera”. Hemos decidido qué captar, qué enfocar y qué retractar. Al final somos dueños de lo que queremos pensar, hacer y cambiar para bien. Nos ha permitido escanearnos y revelarnos de lo que realmente estamos hechos. Quizá añadir amor, empatía, solidaridad, optimismo y agradecimiento pleno por el milagro de la vida no nos hace mal. Al final, la vida es frágil; en un abrir y cerrar de ojos da un giro que no imaginamos. A partir de esta realidad surge un nuevo mundo. Por lo pronto debemos esperar sentir un cálido abrazo de aquellos a quienes amamos, y a los que por su salud y cuidado debemos mantener a distancia.

Adriana Zambrano Goya