La corrupción en el poder no debe quedar impune

Hace unas semanas escuchaba a un radiodifusor opinando que ya era suficiente castigo para una persona no poder ver a su madre de 94 de edad, durante tantos años, debido a su obligado destierro del país, y que ya era hora de que reciba un indulto presidencial. Es el caso del expresidente Jamil Mahuad. Sinceramente no comparto en absoluto esa opinión, ya que las consecuencias de sus acciones debió haberlas medido. Hasta el momento están en la impunidad; hizo sufrir a familias enteras. Más bien es la norma de llegar al poder, enriquecerse o favorecer o encubrir a unos cuantos, para luego simplemente pedir perdón, ya sea porque se está viejo, ya sea porque se está alejado de la familia o se extraña la tierra o la libertad...

Estos actos de fechorías en el ejercicio del poder no deberían favorecerse con ninguna prebenda de rebaja de pena, como estamos viendo a diario, donde personalidades políticas sentenciadas luego de demostrarse que han robado miles de dólares, son favorecidos “porque no registran antecedentes judiciales” o “es un adulto mayor”. Con esto, más bien estamos fomentando, estimulando, alentando la corrupción... Pobre Ecuador, que observa con desazón leyes o reglamentos hechos a medida, o sentencias que rozan el apego al derecho pero son completamente ajenas a la razón, a la lógica, a la justicia.

Ernesto Ricaurte Vélez