A clases presenciales

El estar en clases presenciales y retornar a la virtualidad, o viceversa, se convierte en un problema de bienestar emocional

De acuerdo con cifras de Unicef, uno de cada cuatro niños y adolescentes han vuelto a las aulas en Ecuador desde que se detectó el primer caso de COVID en 2020. Según un estudio realizado en 191 países no existe relación entre la apertura o cierre de instituciones educativas y la tasa de contagio, por lo que recomienda abrirlos de forma progresiva, voluntaria y segura, pues no representarían alto riesgo tomando las medidas de bioseguridad y cuidado personal adecuados. El estar en clases presenciales y retornar a la virtualidad, o viceversa, se convierte en un problema de bienestar emocional vinculado a la falta de aprendizajes en niños y adolescentes, que genera vacíos en contenidos del currículo y desfase entre los diferentes niveles educativos. Para 72% de docentes mujeres, volver a la dinámica de la presencialidad aliviaría sus labores en casa y profesionales ante la carga excesiva de trabajo. El estrés laboral les genera malestares psicológicos y emocionales en su diario vivir.

La mayor parte de establecimientos educativos que han vuelto a la dinámica presencial esconden su realidad. Si solo 25% de estudiantes reciben un proceso de enseñanza personalizado y el restante continúa en virtualidad, la formación académica será deficiente.

Las propuestas del Mineduc generan inestabilidad en los procesos educativos por la falta de acogida de la población; la sociedad está en controversia.

Mg. Roberto Camana-Fiallos