El centro de Guayaquil, abandonado

Los pocos habitantes del centro que aún perduramos, pronto nos iremos, por vejez o porque nuestros hijos querrán darnos una mejor forma de vida.

Gran parte de los edificios del centro de la ciudad requieren restauración. Tras los últimos sismos y terremotos, no se han preocupado de revisar sus estructuras y paredes cuarteadas.

A esto se suma el quemeimportismo de los dueños, en su mayoría herederos, que prefirieron mudarse a nuevas urbanizaciones y abandonar el desolado centro oscuro, lleno de mendicidad y el abandono de las correspondientes autoridades.

No hay la iluminación adecuada, se ve a chamberos destruyendo las bolsas de basura para recoger lo que pueden reciclar y dejan los desperdicios esparcidos por el piso. Se encuentran vendedores de comidas sin ningún control sanitario, comerciantes con sus ruidosos megáfonos, drogadictos, locos. Por la noche, alrededor de la plaza Rocafuerte, frente a la iglesia San Francisco, mendigos durmiendo en el parque y portales, hacen sus necesidades, se bañan en las piletas, lavan y tienden la ropa, todo esto en una atmósfera de irresponsable inseguridad y de pésima imagen.

Los pocos habitantes del centro que aún perduramos, pronto nos iremos, por vejez o porque nuestros hijos y nietos querrán darnos una mejor forma de vida. Es una selva de cemento, que cada vez pierde plusvalía; entonces viene don dinero y remata a su conveniencia, para luego convertir la mayoría de sus departamentos en oficinas, que luego son vendidas al mejor postor, sin importar que sean o no edificios tradicionales. Ojalá con la nueva administración se den a conocer y se hagan respetar las correspondientes ordenanzas municipales.

Raúl Suconota Guevara