Cartas de lectores: Los vigilantes de tránsito de antaño eran mejores

Antes los vigilantes trabajaban con dedicación, en tarimas y protegidos por paraguas. Bien uniformados

Los vigilantes de tránsito hoy distan mucho de los de mi niñez y adolescencia. Por una emergencia médica debía ir a una clínica. En la calle Jorge Pérez Concha y Las Monjas, con tráfico intenso, el vigilante conversaba con un vendedor ambulante en la acera. Cuando intenté virar desde la Av. Las Monjas hacia la Av. Carlos Julio Arosemena, varios conos lo impedían. El vigilante no ayudó; tuve que desviarme hasta Miraflores, alargando la ruta y aumentando el costo.

En Urdesa Central, donde vivo, y donde muchos somos adultos mayores (tengo 82 años), esta falta de control provoca demoras. Antes los vigilantes trabajaban con dedicación, en tarimas y protegidos por paraguas. Bien uniformados, dirigían el tráfico con eficiencia, incluso en días festivos. 

Los conductores los respetaban y agradecían. Hoy el respeto se ha perdido. Hay más accidentes, conductores irrespetuosos e incluso motos que suben por las aceras, invadiendo espacios peatonales. Vivo frente a una peatonal municipal que cuido personalmente: flores, ixoras, laurel, colibríes. Las motos cruzan por allí desde la calle Mirtos, poniendo en riesgo mi integridad y dañando el jardín.

Llevo 60 años en esta casa, soy ecologista de acción. La Fundación Accur me otorgó una mención al mérito ecológico por el cuidado de mi peatonal. Saco la basura en fundas ecológicas justo antes del paso del recolector, repavimenté mi acera. Pero Urdesa está abandonada. Hago un llamado al alcalde Aquiles Álvarez a visitar Circunvalación Sur, vía declarada avenida por León Febres-Cordero

No ha sido regenerada; los postes vencidos y cables amontonados representan un peligro. Fui reconocida como líder comunitaria por Diario EXPRESO, cuyos periodistas han documentado esta situación. Me cuesta enfocarme en un solo tema; recuerdo una vida sin tanta tecnología, donde el respeto y la responsabilidad ciudadana eran mayores.

Como ejemplo, el Dr. Carbo Noboa, cuyo carro funcionaba con manigueta, era respetado por todos. Ese carro está ahora en el Museo Municipal.