Todos anhelamos vivir en comunidades de paz, donde se impongan la buena convivencia y el respeto. ¡Y Guayaquil está tan lejos de serlo! ¡El país entero! Aunque nos cueste aceptarlo, hay que reconocer que recuperar la paz implicará inevitablemente un reguero de sangre, aunque suene contradictorio hacer la guerra para lograr la paz.

A pesar de que creo con fervor en el arrepentimiento, la rehabilitación y el resarcimiento, habrá muchos mafiosos que preferirán matar y morir a perder su metro cuadrado de poder y todo el dinero mal habido. Algunos han ido demasiado lejos y ya no tienen vuelta atrás. Peor para ellos.

La fuente de todo nuestro fracaso como sociedad radica en nuestro estilo de vida, basado en ‘sangrar’ al planeta y explotarlo, solo para satisfacer nuestros caprichos y toda nuestra ambición. Defendemos valores como la igualdad, la solidaridad, la empatía, la honradez, pero en realidad nuestros verdaderos valores (los que practicamos día tras día) son el arribismo, la acumulación y la ostentación.

Raquel López