Cartas de lectores: Sugerencias al presidente electo
Un asesor debe ser una persona de gran experiencia, prestigio y dignidad notable
Algo que el presidente Noboa no puede dejar para otro momento, es que ya debe planificar la convocatoria para que se elija a los miembros de la Asamblea Constituyente que cambie la actual Constitución que fue creada, dirigida e impuesta por el prófugo y sus amigos extranjeros que le asesoraron.
La nueva Carta Magna debe eliminar esas instituciones que fueron justamente institucionalizadas para dar cabida a la corrupción más escandalosa que el país haya percibido, sin olvidar, desde luego, la existencia de casos cometidos en anteriores gobiernos, no todos desde luego.
Ya se debe ir pensando en el juzgamiento de los menores de edad cuando cometen delitos atroces, pues las sanciones actuales las hacen tan tiernamente que los envían a centros dizque de rehabilitación, donde simplemente son entes de perfeccionamiento delincuencial; y cuando salen, ahí sí, sálvese quien pueda. Entre tantas cosas que se puede sugerir, es el que el Estado debe aceptar en sus contratos que en caso de controversia las partes se sometan al arbitraje internacional, debiendo tomarse en cuenta que nadie puede confiar en un arbitraje nacional por las presiones internas o la corrupción, algo que no ocurre con los tribunales internacionales externos, que actúan con imparcialidad y pulcritud.
Hay tantas cosas que la Asamblea Constituyente tiene que tratar: entre ellas, el analizar las normas laborales, lo que crearía más oportunidades de trabajo. La instalación de bases militares para el auxilio a nuestra fuerza pública para el control del narcotráfico, lo que no constituye un atentado a nuestra soberanía.
Lo que el presidente Noboa no puede ignorar es el refrán que dice: “el diablo sabe más por viejo que por diablo”, y esto lo digo porque en la juventud, por más patriota y sincera que sea, para asesorar no solamente se necesita haber sido gran estudiante y/o, gran amigo. Un asesor debe ser una persona de gran experiencia, prestigio y dignidad notable, pero eso sí, ajeno a la política que tanto daño nos ha causado.
Edmundo López