Cartas de lectores | Retratos móviles: el jolgorio de la memoria
Más que una pieza de danza es una obra que se habita, un espacio donde la memoria encarna
La danza, el movimiento… Sigo creyendo que son expresiones vivas del alma. Las palabras son editables, el cuerpo, no. Y eso me lo recordó Retratos móviles, presentada en la entrañable Casa Cino Fabiani, en el barrio Las Peñas.
Más que una pieza de danza es una obra que se habita, un espacio donde la memoria encarna, donde lo invisible -la familia, el afecto, el recuerdo- se vuelve cuerpo, sudor y movimiento. Vivimos atrapados en el vértigo. Consumimos imágenes y vínculos fugaces. Somos rehenes de pantallas, cada vez más lejos del cuerpo y del sentir.
Pero esta obra me llevó a un lugar olvidado: el jolgorio de lo esencial. Después del aislamiento pandémico seguimos buscando -sin saberlo- romper con esa visión distante y la espectacularidad del arte, herencia de la era de Luis XIV, donde se admiraba la técnica por encima de la verdad. Hoy buscamos presencia, respirar con quienes están en escena. Retratos móviles logra eso: un respiro al unísono. Ver bailar es ver con el alma. Aquí fue también recordar: que somos piel, historia y legado.
Salí conmovida. Este tipo de experiencias en la ciudad se cuentan con los dedos de una mano. Lugares donde el arte no se muestra, se encarna. Y es nuestro deber sostenerlos. Porque cuando desaparecen, no solo se apagan, también revelan la cadencia de una sociedad. El arte transforma. Nos recuerda que, incluso en el caos, aún hay lugar para la belleza. Es puente entre conciencia y humanidad. Y no debemos -no podemos- perdernos de experiencias así.