Cartas de lectores | Política, economía y subsidios

Los subsidios deben ser eficaces, sostenibles y bien focalizados

Estamos presenciando un nuevo intento de reducir el peso de los subsidios en el gasto público, como se evidencia en la eliminación del subsidio al diésel para atuneros, donde el 60 % se concentraba en solo 29 empresas. Esta medida no incluye a pescadores artesanales. Este caso refleja la mala planificación y asignación de recursos públicos, pues muchas veces estas transferencias terminan en manos equivocadas.

¿Para qué se otorgan subsidios? Su propósito es reducir el precio de bienes o servicios para hacerlos accesibles. Ecuador tiene una larga historia de subsidios por diversas razones; uno de los más conocidos fue el bono de la pobreza, creado por Jamil Mahuad, que hoy es el bono de Desarrollo Humano. Otros ejemplos son los subsidios al consumo eléctrico, al gas y a los combustibles. Aunque buscan reducir pobreza, brindar estabilidad y corregir desigualdades, han generado distorsiones económicas, un alto costo fiscal y pérdida de recursos que podrían destinarse a salud, educación o infraestructura.

Además, muchas veces los subsidios benefician a quienes no los necesitan, agravando la desigualdad. También fomentan el contrabando en zonas fronterizas, fortalecen redes ilegales e incluso se usan para actividades vinculadas al narcotráfico. En el caso de los combustibles, también hay impacto ambiental, pues el bajo precio estimula un mayor uso de vehículos.

Por ello los subsidios deben ser eficaces, sostenibles y bien focalizados. Deben tener objetivos claros, un tiempo definido, y estar ligados a ingresos permanentes para no afectar las finanzas públicas. También deben contar con controles para evitar corrupción y clientelismo. Lo ideal es que generen autonomía, no dependencia del Estado; se trata de enseñar a pescar, no solo de dar el pescado.

El problema es que muchos asumen los subsidios como un derecho, y eliminarlos ha provocado crisis políticas. Por eso se necesita una reforma técnica y progresiva, con subsidios focalizados y programas sociales temporales para mitigar el impacto. En conclusión, los subsidios no son una solución mágica para la pobreza en Ecuador, pero si se aplican correctamente y por tiempo limitado, pueden ser una herramienta útil dentro de una estrategia que fomente empleo y autonomía.

Jorge Calderón Salazar