Cartas de lectores | Hay que acabar con la discriminación a las mascotas mestizas
Las mascotas son amadas como parte de la familia
Todo camino en la vida es de doble vía, por lo que el individuo debería regalarse el privilegio de reflexionar, al menos cinco minutos, lo que pasaría si estuviera en lugar de la otra persona.
En el garaje donde guardo mi carro, habita mi gatiahijado Safer. Él es macho castrado, tiene buen comportamiento y duerme en exclusivo debajo de mi carro.
En varias ocasiones he curado unos rasguños en su frente, los cuales pensé que se originaban al ingresar por debajo de la puerta del garaje. ¡Qué equivocada estaba!, pero gracias a Dios descubrí el verdadero origen.
Sucede que al lado del garaje habita un gato y ha tenido la costumbre de salir de su casa a pegarle a Safer, y hasta que no le pega no regresa, tema que supe cuando su dueña, sin ningún reparo, me dijo: “Economista, estoy de apuro, pero ahora que Safer la vio a usted no se va a dejar pegar de mi gato y mi bandido no va a entrar”. Ante sus palabras pregunté de inmediato por qué permitía que su gato le pegue a Safer y ella dijo: “es que así se entretiene, además el suyo es mestizo y el mío de raza; ¿qué, no ve la diferencia?”.
La Biblia en Proverbios 19:18 dice: “corrige a tu hijo mientras haya esperanza, mas no se altere tu alma para destruirlo”. Las mascotas son amadas como parte de la familia, por lo tanto también hay que educarlas y eso no implica propinarle palizas extremas.
Marysol del Castillo