Cartas de lectores: Francamente, cada día es peor

No se conduelen de la necesidad de paz, estabilidad, tranquilidad que necesita un pueblo para progresar

Observando el comportamiento de quienes hacen la Asamblea no queda más que expresar: ¡francamente, cada día es peor! Es sinceramente decepcionante para la gente pensante observar los comportamientos de una mayoría de miembros del parlamento. Ser espectadores de piruetas verbales donde no les importa quedar como ingenuos o tontos útiles a legisladores dizque opositores al correísmo (PSC) o a legisladores oficialistas da pena. Parece que jamás han conocido el concepto de dignidad. También presenciar algarabías por victorias pírricas que infringen daño a ellos mismos y no conceden beneficio alguno (por lo pronto) al grupo mayoritario que persiste en el tema de la impunidad, con manifestaciones más que infantiles y argumentaciones totalmente irracionales es degradante. Ver en redes sociales a asambleístas actuando como periodistas, entrevistando a pacientes de hospitales en búsqueda de desprestigiar al presidente con el fin de disminuir su potencial político para las próximas elecciones es aberrante. Mejor dejen la Asamblea y vayan a buscar trabajo en periódicos de cantones olvidados, donde quizás les den trabajo por su pésima calidad de entrevistadoras. Escuchar los paupérrimos debates, por su falta de altura intelectual, que desembocan en posiciones insostenibles y en berrinches infantiles, no son más que la confirmación de la pésima calidad de nuestros legisladores. Constatar a cada rato las ententes descaradas que solo benefician a sus participantes, dejando los intereses del pueblo y de Ecuador en el más ignominioso olvido, confirman (¡una vez más!) la calidad de políticos que tenemos. Los dirigentes políticos han caído tan bajo que ya no les importa poner en evidencia, con desfachatez, sus verdaderas intenciones; no tienen pundonor ni inteligencia, carecen de sensibilidad social y dejan aflorar, exclusivamente, sus fauces insaciables de poder y autobeneficio. No se conduelen de la necesidad de paz, estabilidad, tranquilidad que necesita un pueblo para progresar: solo la impunidad y el ocultamiento, detrás de falacias o elegantes arrebatos verbales, incongruentes y carentes de honor.

José M. Jalil Haas