Cartas de lectores: El falso nombre de Revolución ciudadana
El significado histórico de una revolución se lo conceptúa como el cambio profundo, generalmente violento
El significado histórico de una revolución se lo conceptúa como el cambio profundo, generalmente violento, de las estructuras socioeconómicas y políticas, de una determinada nación, como así ha sucedido en nuestra historia contemporánea con la Revolución francesa en 1789, en la que se derrocó a la monarquía y se estableció la república, con la consiguiente Declaración de los Derechos Humanos.
O las guerras de independencia hispanoamericanas, que fueron una serie de conflictos armados que se desarrollaron en las posesiones americanas del imperio español a principios del siglo XIX. En lo posterior se instauró en Rusia la Revolución bolchevique, que consistió en el derrocamiento del régimen monárquico zarista y la instauración de un estado de tipo socialista.
Luego, la Revolución china en 1949, que culminó con la proclamación de la república comunista en ese país. En 1953 se produjo la Revolución cubana, que en su inicio fue un movimiento revolucionario de corte nacionalista de izquierda, en la que se implantó la dictadura del proletariado, que luego devino y se convirtió en una tiranía, hasta la actualidad; como también sucedió con la Revolución sandinista, que derrocó a un gobierno legalmente establecido.
Estas fueron auténticas revoluciones, en las que se utilizó la violencia armada, con un gigantesco costo social, cruento en muertes y destrucción, a excepción de la Revolución industrial, que fue un proceso de cambio de una economía agraria y artesanal a una dominada por la industria y la fabricación de la maquinaria, que dio inicio al sistema capitalista.
Las grandes farsas históricas son las que se autodenominan revoluciones y con eufemismo llevan el nombre de ‘Revolución bolivariana’ en Venezuela, y ‘Revolución ciudadana’ en Ecuador. Ambas tienen un origen castro-chavista, y llegaron al poder, mediante elecciones pacíficas, aunque en ocasiones fraudulentas, utilizando medios democráticos.
Sus gobiernos han sido y son antipopulares, autoritarios, populistas con rasgos fascistas, que controlan todas las funciones del Estado, violan sistemáticamente los derechos humanos de las personas, han empobrecido a su población; han perseguido, encarcelado y en ocasiones asesinado a sus opositores; han despilfarrado y saqueado sus recursos públicos y se han aliado al narcotráfico y crimen organizado. Estas no son revoluciones.
Manuel Yépez Andrade