Cartas de lectores | La educación cómo base de todo

Solo así niños y jóvenes tendrán las oportunidades que necesitan para el presente que ya están construyendo

Días atrás circuló un penoso video que muestra la agresión de una menor a otra en un parque de Quito. La brutalidad del acto al estrellarla contra el suelo sin medir consecuencias, evidencia la falta de valores, principios y humanidad. Igualmente grave es la actitud de los jóvenes que observan, se burlan y graban sin intervenir. Es crucial analizar las causas de este comportamiento: problemas familiares, violencia, pandillas, drogas, relaciones sentimentales, etc. Estas no justifican, pero sí ayudan a comprender el contexto y tomar medidas correctivas y preventivas para evitar que se repita. La educación no solo implica adquirir conocimientos académicos, sino transformar la sociedad desde sus cimientos. No debemos ver estos hechos como aislados: son síntomas de una realidad más profunda. Cada vez es más común ver menores involucrados en delincuencia organizada. El Gobierno ha endurecido las penas para menores en su última ley, reflejando una creciente participación juvenil en delitos como asaltos y sicariatos. El fenómeno no es exclusivo de Ecuador; en Colombia un joven de 15 años disparó contra el precandidato Miguel Uribe. Si no se respetan las leyes ni se actúa con ética, si normalizamos lo malo y somos indiferentes ante la corrupción, no podemos esperar que los jóvenes actúen diferente. Por eso es urgente fomentar una educación de calidad que promueva el pensamiento crítico, el civismo y que genere oportunidades. De lo contrario seguiremos formando generaciones excluidas, atrapadas en un círculo de violencia y sin futuro, mientras quienes sí desean superarse buscarán emigrar a otros países con mejores condiciones. Nos quejamos de nuestros gobernantes, pero son reflejo de una ciudadanía poco preparada para elegir bien. Una persona educada discierne entre verdad y mentira, entre justicia y abuso. La educación enseña a cuestionar, construir, exigir derechos y cumplir deberes; es clave para romper el ciclo de pobreza y delincuencia. Los países que invierten en educación más profesionales y mejores ciudadanos. Solo así dejaremos de caer en discursos populistas y de vender nuestra conciencia por una dádiva. Una sociedad educada elige mejor, fiscaliza con criterio y no tolera la corrupción. Ecuador, más allá de resolver sus problemas económicos, debe apostar por una solución integral a la educación. Solo así niños y jóvenes tendrán las oportunidades que necesitan para el presente que ya están construyendo.

Jorge Calderón Salazar