Cartas de lectores: ¿Ecuador es Estado fallido?

El enorme riesgo de la impunidad es una secuela de cómo la corrupción ha corroído al correísmo dentro y fuera de la Asamblea

Italia fue un país que entró al rango de Estado fallido cuando su varias veces primer ministro, Giulio Andreotti, fue acusado de connivencia con la mafia. Fue absuelto pero ello no quería decir que la categoría de Italia se disolviera. Quedó la duda, pues la mafia es costumbre nacional y tiene tres ramas principales que abarcan toda el país. Al final se perdió la campaña de ‘manos limpias’ que tuvo tanto éxito. Algo similar ocurre con Ecuador, sobre todo desde que Rafael Correa fue acusado de organizar el crimen; fue sospechoso, luego procesado, acusado y condenado. Está prófugo, pero ello no significa que el país abandonó su connivencia con el crimen o mafia, sigue adelante con toda su fuerza y violencia pese a que el Estado a través de Fiscalía trata de castigar a la gente involucrada. La incursión del crimen organizado va más allá del comercio ilícito de estupefacientes, a la contaminación de todas las organizaciones republicanas por medio de la corrupción, que es soborno, nepotismo, tráfico de influencias, mercantilismo para uso y goce particular de las instituciones estatales y enriquecimiento ilícito, mercadillo en la administración de justicia, etc. El enorme riesgo de la impunidad es una secuela de cómo la corrupción ha corroído al correísmo dentro y fuera de la Asamblea, con manipulación desvergonzada de la interpretación de la ley, inventando correcciones superficiales en las sanciones para hacer ‘funcionar’ el principio de inocencia a través del perdón, indulto u olvido. Quienes defienden a rajatabla a la fiscal optan por ubicarse en el otro extremo de las posiciones políticas. Ella es excepcional; en su condición de mujer ha conseguido más que cualquier hombre en el cargo; pero es vulnerable a la política, la cual está pudriéndose con mucha rapidez y tiene fijada la mira en destituirla. Por otro lado, tiene un año más para ejercer su empleo. Después no se sabe. Cabe que sea reelegida, si la política detiene su hedor y reflexiona. El país sufrirá las consecuencias si la destituyen. Ella es irremplazable. Tal vez no, según la conspiración de la alianza corrupta. Es la alternativa para ver si el país se consolida como narcoestado o estado fallido o se le permite entrar en la senda de la democracia.

Francisco Bayancela González