Cartas de lectores | Crónica guayaquileña
La violencia en el transporte público añade estrés a los problemas cotidianos
Pasado el mediodía, los buses de Guayaquil se llenan de jóvenes y niños que van o vuelven de sus centros educativos. El tradicional clima caluroso da paso a un inusual día nublado con unos 25 °C. Es la segunda semana de junio. La radio emite música tropical, algunos tararean, otros siguen atentos el movimiento en las calles. Un joven con tatuajes y aretes sube por la puerta trasera, aprovechando el descenso de pasajeros. Intimida al conductor para que no intervenga, pide unas monedas y fija la mirada en las colegialas, mostrando un objeto cortopunzante al subir su camiseta. El bus sigue su ruta, con pasajeros subiendo y bajando; el joven usa la psicología del miedo para obtener dinero. Un adulto mayor entrega $ 3, dos jovencitas le dan lo justo para su pasaje, y un pasajero ayuda a una joven a cambiar de asiento para protegerla. El agresor baja del bus junto a otro pasajero; cruzan miradas pero toman rumbos distintos. En el bus, los pasajeros comentan lo ocurrido. Una adolescente, comiendo maní dulce, conversa con un adulto. Él le dice que pensó que el joven solo intimidaba, pues en caso de detención no siempre se les puede inculpar. Esto se ha vuelto común, sobre todo lejos del centro y en sectores de clase media y media-baja. La violencia en el transporte público añade estrés a los problemas cotidianos. ¿Hasta cuándo? ¿Qué hacer? ¿Puede haber un policía o guardia en cada unidad durante sus recorridos? ¿Se justifica portar armas para defenderse? ¿Cómo debe reaccionar la ciudadanía? Las estadísticas oficiales no reflejan la frecuencia real de estos actos. La movilidad es necesaria para miles: el uso diario del transporte genera resignación ante un problema que parece no tener solución. Primer paso: visibilizar. Los medios deben denunciar esta realidad. Que la academia lidere un proyecto social que por un mes recoja casos con nombres, unidad, calles y sectores para crear una base estadística. Con esta información convocar a transportistas, Municipio y Policía para generar propuestas, responsables, costos y plazos de ejecución que devuelvan seguridad al transporte urbano.
Ricardo Nieto Gómez