Cartas de lectores: ¡Cuando el civismo invadió mi alma!
.¡La paz sin la guerra es paz, Dios y la patria os lo agradecerán!
Escribí al presidente de EE.UU., Bill Clinton, pidiéndole su apoyo durante la guerra del Cenepa (10/02/1995). La envié vía fax también a las embajadas americanas acreditadas (excepto Cuba), a la Presidencia del Ecuador, ONU, OEA y Nunciatura Apostólica: ¡América está sangrando! No debemos permitir que hermanos de sangre, raza, religión y costumbres, nacidos bajo los mismos ideales de paz, justicia y honor, echen por tierra cual infértil semilla los bellos y sanos ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad. ¿Es que la vida que ofrendaron nuestros héroes ha sido en vano? Como mujer ecuatoriana, no concibo que el concierto de las naciones americanas no pueda todavía tomar una justa, inmediata y definitiva decisión que favorezca a Ecuador, que ha sido mutilado y atacado por Perú. ¿Señor presidente, en el ocaso de este siglo, el delincuente tiene derecho a ser ciudadano? Aquel que atenta contra la soberanía de un país y agrede a sus propios hermanos, ¿tiene derecho a ser respetado? ¡No, no, señor presidente! Aquel que siembra horror y muerte ya perdió sus derechos y garantías al no cumplir con honor el deber que le impuso la patria. ¿Qué pasa con los hermanos americanos de la ONU, OEA? ¿Acaso no sienten flamear en sus entrañas el amor al suelo patrio que los vio nacer, o no desean para sus hijos un futuro glorioso, lleno de perspectivas de progreso? Sigamos los ideales del más grande luchador de la historia, Jesucristo, que murió por salvarnos teniendo como única arma invencible la palabra llena de amor, justicia y sabiduría, basada siempre en la verdad como principio y fin para bien de la humanidad. Por esto recurro a usted como ‘Padre de las Américas’, para que extienda sus poderosos brazos hacia nuestro país, pequeño en territorio, pero grande en ideales bolivarianos. Admiro a EE.UU. como país impulsador de estructuras sociales, económicas y sé de antemano que esta invasión no puede ser ignorada por ustedes, forjadores de la paz mundial. ¡No deje que sangre más América! Luchemos con la palabra como fusil, pero sin lanzar dardos que enferman el alma y que el campo de batalla sea solo el reto que cada día la patria nos ofrece, pero respetando la vida .¡La paz sin la guerra es paz, Dios y la patria os lo agradecerán!
Myrna Jurado de Cobo