Cartas de lectores: Fui anfitriona señoritas estudiantes universitarias

Considero indispensable unir educación con instrucción para formar profesionales honorables, responsables y gentiles

Ser anfitriona de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil fue una experiencia enriquecedora. Las buenas costumbres, el orden y los modales que traían las chicas de sus hogares se conservaron y valoraron en mi casa. Ofrecía a las estudiantes de provincias cuatro dormitorios amoblados y cómodos. 

Con una estudiante de Piñas la integración con ella y su familia fue inmediata. Las reglas eran claras: el dormitorio sin recibir amigos y comunicación constante con sus familias. Las estudiantes se sentían parte de mi familia y mostraban afecto. Las reglas básicas eran mantener orden y limpieza, observar horarios, usar cubiertos y servilletas, tener buen vocabulario y respeto en la mesa. 

La calidad de la enseñanza garantizaba que las estudiantes estuvieran preparadas para el trabajo tras graduarse. Asistí a la graduación y boda de la estudiante de Piñas y mantuve contacto con su familia. Otra estudiante de Manabí, de leyes, culminó con éxito y la representé en su graduación antes de que viajara a EE.UU. para perfeccionar su inglés. 

Una estudiante de Machala, de Hotelería y Turismo, llenaba la casa de alegría. Cada estudiante generó afecto y compañerismo. La sala era el lugar de reunión. Mi objetivo fue unir la instrucción académica con valores de urbanidad, orden y buenas costumbres. También hospedé a una joven profesional de Santa Rosa y a dos estudiantes de Quito que hicieron pasantías en la Espol. Recibí cartas de agradecimiento de sus padres por mi labor. 

Celebrábamos cumpleaños y cuando era el mío ellas se hacían presentes. Una estudiante de Machala que vino por intercambio y tenía media beca en la Universidad Espíritu Santo, también formó parte de mi familia. Me visitó recientemente con su mamá y me trajo un obsequio. Todas manejaron llaves de la casa, con confianza mutua para su buen uso. Actualmente, las estudiantes prefieren vivir juntas y cumplir con las reglas es más difícil. 

En los últimos dos años he tenido profesionales de Manabí y la Sierra que no respetaban el orden ni la limpieza. Tras darles tiempo para cambiar, les pedí los dormitorios. Creo haber aportado mucho con esta experiencia, casi un voluntariado. Considero indispensable unir educación con instrucción para formar profesionales honorables, responsables y gentiles.

Laura Esther Gómez Serrano