Cartas de lectores | La agonía de la vía Alóag-Santo Domingo
Estos trabajos mejorarán parcialmente la vía, pero una reforma total por esta ruta no es factible
En 1963 se inauguró la vía Alóag-Santo Domingo de 101 km, atravesando la cordillera, con dos carriles, pendientes que superan el 11% y curvas de radio mínimo, adecuada al tráfico y vehículos de dos ejes de esa época, que transportaban 15 t, realizando grandes cortes que alteraron la estabilidad del terreno. Por eso continuamente hay derrumbes que han causado tragedias e interrupciones. El incremento del flujo de vehículos, con camiones de 21 m de largo y 48 t de carga saturó la carretera. El Consejo Provincial de Pichincha delegado por el MOP para administrar la vía en enero de 1995 contrató la ampliación a cuatro carriles por el mismo trazado, suprimiendo los espaldones, sin atender los taludes, que continúan derrumbándose. Esta vía es parte de la vía Quito-Santo Domingo-Quevedo-Babahoyo-Guayaquil, la carretera más importante del país por flujo de tráfico y volumen de carga y pasajeros transportado. Su mejoramiento es impostergable y las prefecturas de Pichincha y Los Tsáchilas, responsables de su operación por 30 años solo han ampliado 78,5 km entre Alóag y Tandapi, sin concluir los restantes 28,5 km en la provincia de Los Tsáchilas y construir un túnel corto de 456 m. en el km 41, trabajos insuficientes que demuestran que no cuentan con capacidad administrativa, técnica ni económica para modernizar la vía. El Gobierno debería reasumir la administración, para ejecutar y/o contratar la construcción de dos túneles ya ubicados en el tramo de Pichincha, viaductos en los sitios que la topografía y los niveles lo permitan, y uno o tal vez dos túneles, y la conclusión de la ampliación a cuatro carriles en el tramo de Santo Domingo, con especial atención a la estabilización de taludes y control del uso del suelo en la parte superior de la montaña, hoy dedicado a agricultura y ganadería con la consecuente deforestación, alteración de cauces y erosión que afectan las zonas bajas. Estos trabajos mejorarán parcialmente la vía, pero una reforma total por esta ruta no es factible; el trazado impide reducir la pendiente y ampliar las curvas sin hacer grandes cortes y extender la vía con los consecuentes costos, daños ambientales e inestabilidad, por lo que, paralelamente a las mejoras, el Estado, recordando que la Alóag-Santo Domingo ya tiene 62 años de servicio, debería detener su agonía y definir una nueva ruta que permita construir una carretera moderna con túneles, viaductos y puentes, omitiendo los grandes movimientos de tierra.
Alfredo Sánchez Núñez