Cartas de lectores | ¡Qué lindo triunvirato!
La CC ha cuestionado la claridad de la pregunta planteada por el presidente
El debate sobre una posible Asamblea Constituyente en Ecuador ha puesto en el centro a tres actores clave: el presidente, la Corte Constitucional y el Consejo Nacional Electoral (CNE). Lo que parecería una simple consulta popular se transforma rápidamente en una muestra de las tensiones entre poderes del Estado, que podrían llevar al país por un camino difícil.
El presidente Noboa ha propuesto la consulta popular como vía hacia una reforma estructural mediante una nueva Asamblea Constituyente. En su campaña presentó esta idea como solución a los problemas de representatividad y eficiencia del sistema político. En este contexto, la Corte Constitucional (CC) cumple un papel clave al validar la propuesta, asegurando que respete la Constitución y sus principios fundamentales. Aunque su intervención es esencial, también puede percibirse como un freno a la voluntad popular.
La CC ha cuestionado la claridad de la pregunta planteada por el presidente, señalando que un cambio constitucional no debe tomarse a la ligera. Si bien esta crítica es necesaria desde el punto de vista legal, puede parecer un exceso de poder, en especial cuando el ciudadano común considera que se debería permitir decidir sin tanta intervención técnica. Es comprensible que la Corte busque rigor y respeto a los principios constitucionales, pero el hecho de que tenga la última palabra sobre la validez de una consulta genera dudas sobre el nivel de control que debería tener frente a decisiones que competen al soberano: el pueblo.
El CNE se encuentra en medio de este conflicto, tratando de cumplir su función de garantizar la transparencia y equidad del proceso electoral. Tiene la responsabilidad de organizar la consulta asegurando participación libre y justa.
Este ‘triunvirato’ -presidente, CC y CNE- pone en evidencia las tensiones de un sistema democrático cuyo equilibrio de poderes parece frágil. Mientras el Presidente busca fortalecer la democracia participativa, la CC vela por el Estado de Derecho, y el CNE intenta mantenerse imparcial bajo presión política. En definitiva, este proceso revela la complejidad de las relaciones entre poderes y plantea una reflexión sobre los límites de intervención de cada uno en la democracia. Aunque la CC cumple una función crucial, la duda persiste: ¿está yendo más allá de lo necesario, al punto de arriesgar la voluntad popular? ¡Qué lindo triunvirato!
Francesco Aycart C.